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Los grabados de Charlotte Massip.  

 

Veo  por  primera vez los grabados de Charlotte Massip en el taller de estampación Ogami Press que dirige Juan Lara.  Sorpresa, admiración, inquietud, sensualidad, belleza. Una fantasía sin prejuicios se desborda y corre por las líneas mordidas por el acido, quemaduras sinuosas de un fuego interior que se revela en una lectura vertical. Ecos antiguos, atlantes y cariátides que un día soportaron el arquitrabe de los cielos. 

 

Y estos cuerpos, estos seres que nos ofrece Charlotte Massip nos muestran indiferentes y sin pudor su anatomía, sus organos, su sexo, sus cartílagos, sus huesos. “Receptáculos orgánicos de mis estados de ánimo”  dice la artista. Seres extraños en cualquier caso llegados de una heráldica surrealista y barroca,   una mitología íntima y personal que se alimenta también de una tradición a la que Charlotte pone nombres y apellidos: Hans Bellmer, Richt Miller, Rudolf Schlitter, Fred Deux, Domenico Gnoli, José Hernández, André Breton, Georges Bataille, Mikhaïl Boulgakov… faros de su formación que iluminan desde lejos estos cuerpos que se saben mortales, condenados a la descomposición, y que guardan memoria del placer y el dolor, de la fugacidad y el absurdo, de lo solemne y lo grotesco; cuerpos con cabezas de mariposa, o de barco, esqueletos descarnados que calzan viejos zapatos, santo y seña de viajeros infatigables entre la vida y la muerte, o de vagabundos de un sueño que se descompone como un calidoscopio, todos nítidos y exactos. Expresión del amor al detalle en el trabajo de esta  artista y revelación material de un gesto valiente y decidido con la punta, que traduce sin titubeos el dialogo incierto entre la idea y el proceso

 

Y parpadeando entre estas líneas y manchas descubrimos el miedo, lo insólito, el azar, el viaje, el lujo, el peligro, el  sexo, un elegante hechizo que nos atrae y nos repele a un tiempo.  Un universo que habita en el reino de lo fantástico y maravilloso, un imaginario que se precipita en el salve et coagula de una poderosa fuerza emotiva y una refinada realidad poética. 

 

Porque sin remedio y sin escapatoria, comprendemos que en las estampas de Charlotte Massip late un profundo enigma, un misterio que no descifraremos jamás, un arcano, (nos previene finalmente Charlotte), que tiene su origen y fundamento en la tinta y la sangre de la materia, otra sociedad secreta. 

De Carlos García-Alix                                         

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