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Visita guiada a los coleccionistas secretos (I)

Por: Miguel Ángel García Vega | 05 de abril de 2012

Hace no demasiado tiempo este post hubiera sido imposible. Ser coleccionista de arte contemporáneo en España era casi un delito. Un pasatiempo exclusivo de ricos excéntricos que tenían tanto dinero que no sabían en qué gastarlo y que llegaban a este mundo atraídos por el presumible glamour y la consideración social. Así que los pocos coleccionistas españoles que había eran casi secretos y no querían saber nada ni de mostrar sus colecciones ni, por su puesto, de darlas a conocer en los medios de comunicación. Hoy, afortunadamente, esto ha cambiado. Si algún elemento positivo ha tenido la crisis económica sobre el mundo del coleccionismo de arte contemporáneo es que ha impuesto una criba. Los “compradores de arte”, en el caso español procedentes en su mayoría del boom (especulación) inmobiliario y sus aledaños, han desaparecido, o están en vías de hacerlo, y solo quedan los “coleccionistas”. Son dos conceptos, ustedes se darán cuenta, muy distintos.

Una colección única Pues bien, unas líneas más abajo verán la fotografía de Marcos Martín Blanco y Elena Rueda (prima del pintor Gerardo Rueda). Ellos, junto con su hijo Rafael, son un ejemplo real de “coleccionistas” de arte contemporáneo. De hecho, su colección alberga 850 obras y tal vez sea una de las mejores de Europa, sobre todo en lo que se refiere a pintura americana (Basquiat, David Salle, Will Cotton, Lisa Yuskavage, Marilyn Minter, John Currin…). Llevan más de 30 años reuniendo la colección y bregando, desde hace menos, por construir un museo en un terreno anexo a su casa de Segovia. Pero ese es un tema para otra entrada.

Eric Fischl. Sin título. 1992. Óleo sobre tela. 147 x 137 cm. Cortesía: Fundación MER y Galería Soledad Lorenzo.

No lo duden. Lo dice Rosina Gómez Baeza, durante muchos años directora de Arco y uno de los referentes del arte contemporáneo en España: “Todas las grandes colecciones terminan de una forma u otra en la propiedad pública”. Así es. Ya sea como pago de impuestos (dación), por donación o incluso por venta directa. Y esta colección, reunida bajo las siglas Fundación MER, ya saben: Marcos, Elena, Rafael, es una “gran colección”. Así que hay que valorar el esfuerzo particular de este empresario y su familia en un empeño que tarde o temprano tendrá una dimensión pública.

850 obras de gran nivel Por lo tanto, emprendamos el viaje a su colección. Es la primera vez que se puede ver en un medio de comunicación su propuesta de una forma tan extensa. De las cerca de 850 piezas (fotografía, escultura, pintura, instalación, vídeo, obra gráfica) se han elegido 15 que, a juicio de esta bitácora, son las que mejor representan la mirada de este veterano (83 años) coleccionista y su familia. Seguro que merece la pena el trayecto.

Marcos Martín Blanco y Elena Rueda, coleccionistas. Cortesía: Fundación MER.

Pero como este blog mezcla arte y capital –por doloroso que sea en ocasiones–, hagamos dos apuntes para situar esta colección. Si bien es cierto que los autores son nombres indiscutibles dentro del mercado del arte, en este caso concreto las piezas –a mi juicio– se justifcan por sí mismas gracias a su calidad. Ahondando en lo económico muchas tienen un valor muy superior al, por ejemplo, presupuesto anual de compras con el que cuenta el Museo Reina Sofía en la feria de Arco, e incluso hoy en día –por los avatares del mercado– estarían fuera de las posibilidades de instituciones como el MoMA o la Tate. De esta pujanza hablamos.

Piezas dañadas Durante algunos años prestaron sus obras para exposiciones y museos pero “lo dejamos de hacer, ya que las piezas nunca volvían como salían de casa. En algunas ocasiones nos han llegado dañadas”, apunta con tristeza Marcos Martín Blanco. Por lo tanto esta es una excelente ocasión para acercarse a su mundo, aunque sea en fotografías (ellos están encantados de que les visiten en su casa de Segovia; así que si se acercan por esas tierras anímense a verlos y a disfrutar de las obras).

Lysa Yuskavage, Loved. 1998. Óleo sobre tela. 187 x 137 cm. Cortesía: Fundación MER.

Llamemos a la puerta. Entremos. No hagamos mucho ruido. Las obras duermen... Y hay niños.

Francesco Clemente, Al Mare o in Montagne. 1998. Gouache sobre papel. 239 x 239 cm. Cortesía: Fundación MER.

Miquel Barceló, Yelow, Red and Water. 1987. Técnica mixta sobre tela. 190 x 190 cm. Cortesía: Fundación MER.

Cristina García Rodero, Plaine du Nord. 2000. Fotografía en blanco y negro. Edición 2/7. 76 x 113 cm. Cortesía: Galería Juana de Aizpuru y Fundación MER.

Cindy Sherman, Untitled # 138. 1984. Fotografía en color. 180 x 123 cm. Cortesía: Fundación MER.

Carlos León, Barros y alquitranes. 2000. Acrílico sobre tela. 300 x 252 cm. Cortesía del artista, Galería Max Estrella y Fundación MER.

Stephan Balkenhol. Paravent. Cinco piezas talladas y pintadas por las dos caras. Biombo/Madera.1996. 210 x 464 cm. Cortesía: Fundación MER.

Marylin Minter, Twins.2006. C-Print. Edición 2/3. 218 x 194 cm. Cortesía: Galería Salon 94 y Fundación MER.

Helmut Middendorf, Heads. 1983. Óleo y pingmentos naturales sobre tela. Díptico. 218 x 160 cm (Cada uno). Cortesía: Fundación MER.

Jenny Saville. Closed Contact #13. C-Print. 1996. Plexiglas/Caja de luz. Edición 3/6. 152 x 304 x 15 cm. Cortesía: Galería Gagosian y Fundación MER.

Per Barclay, Slaugtherhouse. 1996. Fotografía color. 205 x 165 cm. Cortesía: Galería Oliva Arauna y Fundación MER.

Will Cotton.Custard Cascade. 2001. Óleo sobre tela. 274 x 366 cm. Cortesía: Fundación MER y Galería Daniel Templon.

¿Les ha gustado el viaje?

Esta ha sido la primera entrega de una pequeña serie que irá recorriendo algunas de las mejores colecciones de arte contemporáneo de nuestro país. En una próxima entrada visitaremos la colección Meana Larrucea.

(Fotografía de apertura: Marilyn Minter. The Last Pam. 2010. Esmalte sobre metal. 147 x 122 cm. Cortesía: Galería Salon 94, Galería Andréhn-Schiptjenko y Fundación MER).

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